Corría el minuto 92, las miradas eran cegadas por la ilusión... Ilusión que se transformaría en milagro. Y que bonita manera de ver, dirán los del Mirandés.
Su equipo está vivo y en semifinales de la Copa del Rey tras eliminar a un Español demasiado débil. Los de Pouso pusieron fuerza y buen juego en el terreno, pero sobre todo, corazón.
Los 5.800 aficionados que esperaban ansiosos en Anduva, a que comenzara este gran partido, vieron una primera parte pobre. El 4-2-3-1 era la base de ambos equipos, base que quedaba exenta de ocasiones, demasiado pocas. El Español no lograba “arrancar” ante un segunda B. Lo mismo le pasaba al Mirandés, al que parecía que le podía mas la presión de saber lo que se jugaba, que de lo que realmente tenia en frente. Lo mejor que podía pasar, es que el descanso llegara.
La segunda parte comenzaba con un “bofetón” para los de Pouso, y un “alivio” para los de Pochettino. El Español marcaría nada mas comenzar esta segunda parte. Un balón colgado al área pasó por encima de Albín sin recompensa alguna, la cual, si tuvo Rui Fonte. Remató suavemente con la izquierda, pasando por delante del defensa del Mirandés, Mújika, sin poder hacer nada ya.
Con el 0-1 en el marcador, el Mirandés no bajo la guardia en ningún momento, el área de Casilla se convertiría en su mejor aliada. El Español no hacia otra cosa que regular hacia atrás, encerrándose sin atacar. Llegaba el minuto 57, y el grandioso Pablo Infante volvería a aparecer. Marcó el gol del empate, el que daría alas a una noche de sueños vestida de realidad. Un jugador de primera, enfundado unas botas de segunda B, dio la esperanza a los rojillos.
A partir de ahí, todo fue un recital de ocasiones en el área de Casilla y Nauzet. La tensión se hacía notar, el pensamiento de un “grande” frente a la ilusión de un “pequeño”. Los minutos corrían demasiado despacio para un Español que sólo pensaba en no caer ante un segunda B. Pero por otro lado, estaba el Mirandés, que en ese momento tenia dos rivales, el Español y el reloj.
Minuto 92 los corazones dejaron de palpitar...”¡Faltaa, eso ha sido falta!”, murmuraban en Anduva. Todos arriba y que sea lo que el remate quiera. Tanto fue así, que incluso el propio Nauzet no dudo ni un momento en sentirte el Palop del Mirandés. Una vez más, Pablo infante se hacia el Rey del campo, colgando un balón en el área de los de Pochettino, que finalmente acabaría rematando de cabeza Cadena...El estadio se vino abajo.
No, esto no es un sueño, es una realidad, estáis en semifinales de la Copa Del Rey, como aquél Figueres del 2002. Un gol que cantaron otros colores, otros aficionados que no eran precisamente de Miranda de Ebro. Manías bonitas que tenemos, nos aliamos con el más débil, cuando de un partido así se trata.
Y el ratón se comió al tigre. ¡Enhorabuena Mirandés!
Y el ratón se comió al tigre. ¡Enhorabuena Mirandés!